A renovar nuestro compromiso con el servicio

Esta semana, millones de personas vivirán la Semana Santa como un tiempo de recogimiento, de reflexión y de fe. La conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús es, para el mundo católico, uno de los momentos más profundos del calendario espiritual, pero más allá del credo que profesemos, este tiempo nos interpela como sociedad y, particularmente, como servidoras y servidores públicos. 

La figura de Jesús nos recuerda que el sufrimiento del otro no puede sernos ajeno. Que la pobreza no puede dejarnos indiferentes. Que mirar hacia el lado ante la injusticia, la exclusión o la violencia, es renunciar al sentido más noble de la política: transformar la realidad en favor de quienes más lo necesitan

Como delegada presidencial, y como parte de un gobierno que ha puesto al centro la dignidad de las personas, creo que estas fechas deben ser una oportunidad para renovar nuestro compromiso con el servicio. Con ese servicio que no se mide en cifras ni en aplausos, sino en el impacto real que tiene en la vida de una madre que necesita un techo, un adulto mayor que espera atención o una niña que sueña con estudiar. 

En un año desafiante, marcado por decisiones importantes para el país. La Semana Santa nos ofrece una pausa para volver a lo esencial. Para preguntarnos desde dónde estamos actuando. Si es desde la comodidad del poder o desde la convicción del deber. Si nuestras decisiones están guiadas por la empatía, la justicia y el amor por nuestra gente.

La cruz, como símbolo de dolor, pero también de esperanza, nos recuerda que las cargas más duras suelen llevarlas los más humildes. Y que nuestro rol como autoridades es, precisamente, estar ahí: para aliviarlas, para acompañar, para construir un país donde el abandono y la desigualdad no tengan la última palabra. 

Que esta Semana Santa no sea solo un rito, sino una inspiración, para hacer de la política un camino de servicio genuino, y de nuestra gestión pública un acto cotidiano de amor al prójimo. Que nunca perdamos de vista que las necesidades de las personas deben ser nuestro faro. Porque ahí está, en lo más profundo de la vulnerabilidad humana, la verdadera razón de estar aquí: servir. 

Ivonne Donoso Olivares

Delegada presidencial regional de Tarapacá.