Entre cerros y quebradas, el calor y la voluntad de cambio se sienten con fuerza en Alto Hospicio. En los últimos años, sus barrios han dejado atrás la resignación para convertirse en espacios vivos de participación ciudadana y organización social. A través de asambleas barriales, mesas de trabajo con el municipio y el acceso a fondos públicos, la comunidad hospiciana está dando un ejemplo claro de que el poder transformador nace desde la base.
En la población Santa Rosa, por ejemplo, vecinas y vecinos se reúnen cada semana para definir las prioridades del sector. Lo hacen en un terreno que antes era baldío y hoy funciona como sede social temporal gracias a la autogestión. “Aquí decidimos entre todos. Queremos ver mejoras en seguridad, iluminación y más áreas verdes. Y no estamos esperando que todo lo haga el gobierno. Somos parte de la solución”, afirma con convicción Rubén Velásquez, presidente de la junta de vecinos.
Este tipo de dinámicas no son aisladas. En distintos puntos de la comuna, las organizaciones han logrado activar proyectos de pavimentación participativa, talleres de formación para dirigentes, actividades culturales e incluso redes de ayuda para familias migrantes y adultos mayores. Todo esto ha sido posible gracias a la articulación entre ciudadanía organizada, municipio y servicios públicos como la Seremi de Gobierno y la Subsecretaría de Desarrollo Regional (SUBDERE).
Uno de los principales logros ha sido el cambio de enfoque. Como comenta Marta Villalobos, dirigenta histórica de La Tortuga, “antes íbamos a reclamar. Ahora vamos con propuestas, con proyectos escritos, con alianzas. Hemos aprendido a usar las herramientas del Estado y a exigir desde el conocimiento”.
Los programas de fortalecimiento de la sociedad civil han sido clave. En 2023, más de 50 dirigentes participaron en capacitaciones sobre liderazgo, elaboración de proyectos y derechos ciudadanos. Hoy, esas herramientas están siendo aplicadas en el territorio.
Además, iniciativas como el Fondo de Fortalecimiento de Organizaciones de Interés Público (FFOIP) y el Fondo Presidente de la República han permitido que varias agrupaciones cuenten con sedes propias, equipamiento tecnológico y material para talleres sociales.
Desde el municipio de Alto Hospicio, se reconoce que el cambio ha sido posible gracias al trabajo conjunto. “No basta con escuchar a la comunidad, hay que trabajar con ella desde el primer momento. Aquí se acabó el tiempo de hacer cosas para la gente, ahora se hacen con la gente”, afirma el encargado de participación ciudadana del municipio.
Esta colaboración se ha visto reflejada en proyectos de presupuesto participativo, mejoras en plazas, talleres intergeneracionales y campañas de reciclaje que han sido levantadas desde los propios vecinos.
Lo que está ocurriendo en Alto Hospicio podría marcar una hoja de ruta para otras comunas del norte grande. Una ciudadanía empoderada, que entiende que su participación no termina en el voto, sino que se expresa en lo cotidiano, en la organización, en la colaboración y en la visión de un territorio mejor.
“Cuando te das cuenta que tu voz tiene peso, ya no te callas. Sigues adelante, con más fuerza, porque sabes que estás construyendo futuro”, concluye Velásquez mientras acomoda las sillas para la próxima reunión barrial.