Desde hace varios años, en el tradicional Barrio Yungay, vecinas y vecinos participan en la “Ruta de la Memoria”, una marcha en la que se rinde homenaje a las víctimas de la Dictadura Cívico-Militar (1973-1990). Esta actividad conmemorativa hace paradas en diversos puntos, recordando a figuras como Óscar Fuentes, Luis Herrera, Mario Parra Moreno y Jécar Nehgme, quienes fueron asesinados durante ese oscuro periodo de la historia chilena.
Uno de los puntos clave de esta marcha es el frontis de la sede nacional del Colegio de Profesores, cuyo edificio lleva el nombre de Manuel Guerrero Ceballos, profesor asesinado junto a Manuel Parada y Santiago Nattino en el conocido “Caso Degollados”, ocurrido el 29 de marzo de 1985. En ese lugar, los docentes recuerdan a sus colegas caídos con un acto emotivo que incluye música, velas, claveles rojos y campanadas en su honor.
El presidente nacional del gremio docente, Mario Aguilar, subrayó la importancia de estas conmemoraciones: “Esta memoria es fundamental para nosotros, lo hacemos todos los años y lo seguiremos haciendo, porque no olvidamos a nuestros colegas víctimas de violaciones a los derechos humanos, ni el tremendo daño que se hizo a la educación”.
Aguilar también destacó el valor pedagógico de la memoria histórica: “La memoria nos enseña; nos permite evaluar los acontecimientos del pasado para no repetir lo negativo en el futuro”.
Ligia Gallegos, directora del Departamento de Derechos Humanos del Colegio de Profesores, recordó las profundas consecuencias que tuvo la dictadura sobre el sistema educativo chileno: “La dictadura fragmentó la educación pública, eliminó las escuelas normales, menoscabó la profesión docente, privatizó el sistema educacional y provocó una profunda segregación. Además, originó la denominada ‘deuda histórica’, una herida que sigue abierta hasta el día de hoy”.
Durante los 17 años de la dictadura, se estima que 256 profesores y profesoras fueron asesinados o desaparecidos. Entre los casos más emblemáticos se encuentran el “Caso Degollados”, que terminó con la vida del profesor Manuel Guerrero, y el de Marta Ugarte, profesora cuyo cuerpo fue encontrado en la playa La Ballena en 1976. Ugarte se convirtió en la primera detenida desaparecida identificada, confirmando la trágica suerte de cientos de detenidos arrojados al mar.
La conmemoración de estos hechos no solo es un tributo a quienes perdieron sus vidas, sino también una advertencia de las consecuencias que tienen los abusos de poder y las violaciones a los derechos humanos, y la importancia de no olvidar para construir un futuro más justo y libre de violencia.