Derechos Humanos: Su verdadera esencia y la pérdida de su significado original

Los derechos humanos nacieron con un propósito claro y profundo: garantizar la dignidad y libertad inherente de toda persona, protegiéndola de los abusos de poder, especialmente por parte de los gobiernos. Fueron creados como un escudo contra las atrocidades que la humanidad presenció en el pasado, como las dictaduras, los genocidios y otras formas de opresión sistemática. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 marcó un antes y un después en la historia, promoviendo principios esenciales como la igualdad, la justicia y la libertad.

Sin embargo, en la actualidad, parece que este noble ideal ha sido distorsionado y manipulado. En lugar de funcionar como una herramienta para proteger a los inocentes y equilibrar las fuerzas políticas, sociales y económicas, se ha convertido en una excusa que, en ocasiones, beneficia a quienes han violado las normas básicas de convivencia.

Hoy en día, es común escuchar que cualquier acto, sin importar su naturaleza, se defienda bajo el manto de los derechos humanos. Delincuentes, abusadores y violentistas invocan estos derechos para evadir responsabilidades o minimizar consecuencias. Este uso indiscriminado desvirtúa su propósito original y genera confusión, además de indignación en quienes realmente necesitan protección frente a atropellos reales.

Este fenómeno no es casual. Está influenciado por la manipulación de ciertos actores políticos, económicos, judiciales y comunicacionales, que han tergiversado el significado de los derechos humanos para acomodarlos a sus intereses. Así, en nombre de la justicia, se liberan a personas culpables de los crímenes más atroces, mientras que los inocentes o víctimas se encuentran desprotegidos y olvidados.

Como alguien con una trayectoria en la promoción y defensa de los derechos humanos, resulta doloroso observar cómo estos han sido corrompidos por el discurso conveniente de quienes buscan poder o beneficio personal. Mi abuelo, un político de la vieja guardia, solía decir que la humanidad se debatiría siempre entre «la verdad» y «la verdad verdadera». Y hoy esa división es evidente: las leyes, normas y procedimientos que en teoría buscan proteger los derechos humanos parecen, en muchos casos, favorecer a quienes perpetran injusticias y violencia, tanto en las calles como desde las oficinas gubernamentales.

El equilibrio entre los derechos humanos y la seguridad de las sociedades debe ser restablecido. No podemos permitir que un concepto tan sagrado e inalienable sea utilizado para justificar el caos y la impunidad. Los derechos humanos deben volver a su esencia: proteger a los ciudadanos frente a los abusos y garantizar la justicia para todos, sin excepciones ni favoritismos.

Es imperativo revisar cómo se están aplicando las normas relacionadas con los derechos humanos. No podemos permitir que la corrupción y la manipulación continúen erosionando su esencia. Los ciudadanos merecemos un sistema que garantice nuestra protección frente a cualquier tipo de violencia, ya sea física, emocional, económica o social.

Los derechos humanos son un patrimonio de la humanidad, pero su mal uso y abuso los convierten en herramientas de opresión, en lugar de liberación. Es momento de recuperar su significado original y luchar por un mundo donde la verdad verdadera prevalezca, donde la justicia no sea selectiva y donde la dignidad humana sea respetada por todos y para todos.

Juan Carlos Hernández Caycho
Presidente
Fundación Mariposas de Miraflores
Embajador de la Justicia Social ANP (1992)