La relación entre empresarios, inversionistas y políticos es una dinámica de interés mutuo, pero no de igualdad en el poder. Mientras los empresarios buscan maximizar sus ganancias y asegurar regulaciones favorables, los políticos trabajan por mantenerse en el poder, consolidar su influencia y mejorar su posicionamiento dentro del sistema. Sin embargo, en esta ecuación, la balanza del control suele inclinarse hacia quienes poseen el capital.
A lo largo de los años, muchos empresarios han demostrado un claro menosprecio por la clase política. En reuniones privadas, se refieren a ellos como «títeres», subestimando su capacidad de acción real y burlándose de sus discursos sobre inclusión, desarrollo y equidad. Para muchos inversionistas, los políticos son herramientas necesarias, pero desechables. Si un funcionario deja de ser útil, pronto es reemplazado por otro que se alinee mejor con sus intereses.
Esta relación no es exclusiva de un país en particular, sino que se repite a nivel global. Algunos empresarios han dado un paso más allá y han decidido ingresar directamente a la política. En su lógica, si ya influyen en el poder, ¿por qué no tomarlo completamente? Este fenómeno se ha visto con mayor claridad en las últimas dos décadas, con un número creciente de empresarios ocupando cargos públicos y desplazando a los políticos tradicionales. Sin embargo, una vez en el poder, muchos terminan replicando las mismas prácticas que antes criticaban.
En este juego, la ciudadanía queda relegada a un papel secundario. Mientras los políticos y empresarios negocian el destino del país, los ciudadanos reciben las migajas de las grandes decisiones. La esperanza de cambio persiste, pero la solución no está únicamente en protestas o movilizaciones. La clave podría residir en la organización social y la generación de liderazgos capaces de desafiar el statu quo con propuestas concretas de desarrollo y fortalecimiento colectivo.
En Chile, la fusión entre la política y el mundo empresarial es cada vez más evidente. Los empresarios han comprendido que la mejor manera de proteger sus intereses es ocupar directamente los espacios de decisión, dejando a los políticos tradicionales en una posición cada vez más débil. La gran pregunta es si estos nuevos líderes cambiarán las reglas del juego o si seguirán perpetuando un sistema que favorece a unos pocos en detrimento de la mayoría.
Juan Carlos Hernández Caycho
Consultor
Comunicaciones Estratégicas y Desarrollo Humano
ProActive Vision Consulting