El poder de la enseñanza: Lecciones de vida y un llamado al futuro

Tuve la fortuna de nacer en el mejor ambiente y en condiciones que cualquier niño podría desear. Sin embargo, a lo largo de mi vida, he subido y bajado muchas veces del carril de la existencia, esa poderosa fuerza que define nuestra naturaleza humana. En este camino, me equivoqué muchas veces y quizás lo seguiré haciendo, pero entiendo que cada error es parte de la experiencia que ganamos para seguir avanzando.

Las enseñanzas de mi madre han sido mi guía: su amor y sabiduría me mostraron que no importa en qué lugar te encuentres en la escala social, lo esencial es saber quién eres y por qué estás en este mundo.

Gracias a sus palabras y al ejemplo que me brindó, aprendí a dominar herramientas mecánicas, armas de combate con destreza, equipos tecnológicos, caminar miles de kilómetros sin desfallecer y sobrevivir con lo mínimo. Pero la lección más valiosa que mi madre me enseñó fue que el conocimiento es lo más importante.

Ella siempre decía que, antes de utilizar un arma para cambiar el mundo, debemos recordar que no existe mejor herramienta que «la pluma». Escribir significa dejar plasmada la verdad, el reflejo de nuestro mundo real y lo que heredaremos a las nuevas generaciones.

Por eso, hoy hago un llamado a los jóvenes: no dejen de aprender, no dejen de leer. La tecnología es una herramienta poderosa si se usa con responsabilidad y propósito, pero puede convertirse en un arma de doble filo cuando conduce al facilismo delincuencial. Es preocupante ver cómo niños de apenas 12 años comienzan a delinquir, impulsados por un sistema que valora más la calidad de vestir que la calidad de existir.

Vivimos en una época en la que muchos padres abandonan a sus hijos frente a una pantalla, con computadoras o celulares que, aunque pueden ser útiles, también abren la puerta a la ociosidad. ¿Somos conscientes de la generación que estamos criando? Si hoy dejamos a nuestros hijos solos, a nuestros padres desamparados y nuestras familias fracturadas, ¿qué nos espera en 10 años?.

Estamos en un momento crucial, un tiempo que exige acciones y decisiones firmes. El 2025 traerá cambios que sorprenderán a la humanidad, y solo podremos superarlos si actuamos con conciencia mental y de vida. Es hora de reflexionar, de retomar el camino del aprendizaje y de fortalecer los lazos familiares y sociales, porque el futuro no se construye solo: se forja con responsabilidad, educación y amor por quienes vienen detrás.

En este trayecto de vida, equivocarse no es fracasar, sino aprender. Cada caída nos enseña a levantarnos más fuertes y a no rendirnos en nuestro propósito de avanzar. Que nunca olvidemos que el mayor legado que podemos dejar a las próximas generaciones no es material, sino sabiduría, valores y humanidad.

Juan Carlos Hernández Caycho
Presidente
Fundación Mariposas de Miraflores