Políticos y Política: ¿Una Práctica como Profesión que Afecta a la Ciudadanía?

La política, en teoría, debería ser el arte de servir a la sociedad y velar por el bienestar de la ciudadanía. Sin embargo, con el paso del tiempo, muchos políticos han convertido esta noble práctica en una profesión que, en ocasiones, parece distante de los intereses reales de quienes dicen representar. La creciente desconexión entre los políticos y la ciudadanía ha provocado una crisis de confianza que afecta profundamente el funcionamiento de la democracia.

El desencanto hacia los políticos no es un fenómeno nuevo, pero en los últimos años, ha alcanzado niveles preocupantes. La percepción generalizada es que los políticos están más preocupados por sus propios intereses y los de sus partidos que por el bienestar del pueblo al que se supone que deben servir. Esta percepción se ve alimentada por casos de corrupción, nepotismo y falta de transparencia que salen a la luz con frecuencia y socavan la credibilidad de quienes están en el poder.

Uno de los problemas centrales es que la política se ha convertido en una carrera profesional para muchos, lo que puede fomentar el oportunismo y la ambición desmedida en lugar de un auténtico compromiso con la mejora de la sociedad. La búsqueda del poder puede llegar a prevalecer sobre los ideales y la vocación de servicio público, lo que distorsiona la verdadera esencia de la política y genera una brecha entre los representantes y los representados.

Además, la politización excesiva de los temas puede llevar a que ciertas decisiones se tomen más pensando en obtener réditos políticos que en resolver los problemas reales de la ciudadanía. Los políticos, en su afán por mantener el poder o conseguir más votos, pueden caer en la tentación de adoptar posiciones extremas y polarizar el debate público, dejando de lado el diálogo y la búsqueda de consensos.

Asimismo, la profesionalización de la política puede alejar a los representantes de las realidades cotidianas de las personas. Es común que muchos políticos provengan de círculos cerrados y elitistas, lo que dificulta que entiendan plenamente las necesidades y preocupaciones de la población. La falta de empatía y conexión con la ciudadanía puede llevar a la toma de decisiones desconectadas de la realidad, generando un distanciamiento aún mayor entre los gobernantes y los gobernados.

Frente a esta situación, es fundamental promover una renovación de la política, fomentando la participación ciudadana y la transparencia en la gestión pública. Los políticos deben recordar que su función principal es representar los intereses del pueblo y trabajar en beneficio de la sociedad en su conjunto. Para ello, es necesario que existan mecanismos que faciliten una mayor rendición de cuentas y que los políticos estén dispuestos a escuchar y dialogar con la ciudadanía.

Además, es esencial establecer medidas efectivas para prevenir y sancionar la corrupción en todos los niveles de gobierno. La confianza en las instituciones políticas solo podrá restablecerse si los ciudadanos perciben que sus líderes son íntegros y están comprometidos con el bien común.

La política como profesión debe ser una vocación de servicio, una tarea que implique responsabilidad, transparencia y empatía hacia la ciudadanía. Solo con políticos comprometidos con el bienestar general y dispuestos a representar los intereses de todos los ciudadanos, sin distinciones, se podrá recuperar la confianza en la política como instrumento de cambio y progreso para la sociedad.

La participación ciudadana activa y el compromiso cívico también son pilares fundamentales para fortalecer la democracia y asegurar que la política vuelva a cumplir su verdadero propósito: ser un medio para el bienestar colectivo. (JH)