La académica de la Facultad de Enfermería de la Universidad Andrés Bello Mónica Guajardo comparte recomendaciones y consejos para una enfermedad que afecta principalmente a menos en jardines infantiles.
El virus boca-mano-pie, causado por el virus Coxsackie A16, su transmisión resulta frecuente y rápida principalmente en jardines infantiles, ya que sus formas de contagio tienen mucho que ver con el proceso de vida de los menores en etapa preescolar.
La académica de la Facultad de Enfermería Mónica Guajardo establece las principales causas de contagio. “Por un lado, la transmisión por gotitas, en la que los niños infectados eliminan el virus al toser, estornudar o hablar, y la transmisión oro-fecal, que ocurre cuando las heces de un niño infectado contaminan algún objeto, como juguetes, que luego son manipulados y llevados a la boca por otros niños”, explica la especialista.
Según Guajardo, una vez que el virus se incuba en el organismo, los niños pueden desarrollar fiebre, lesiones en la piel tipo ampollas que evolucionan a heridas y costras, generalmente en la boca, manos y pies. Además, agrega que “estas lesiones también pueden aparecer en la zona inguinal y mucosa bucal, lo que explica en ocasiones por qué los niños infectados rechazan la alimentación debido al dolor intenso. También algunos pacientes pueden presentar cambios en la consistencia de las heces, tornándose más acuosas”.
El tratamiento
A pesar de la rapidez del contagio, el virus cuenta con tratamiento que debe ser entregado por un médico. “Este consiste principalmente en mantener hidratado al menor con líquidos fríos, controlar la fiebre y administrar medicamentos para aliviar el dolor y la inflamación en la mucosa oral», explica la académica.
La duración de la enfermedad suele ser de 7 a 10 días con un buen pronóstico y en la mayoría de los casos se maneja adecuadamente en casa. De todas maneras, es necesario acudir a un servicio de urgencia en caso de que la fiebre no baje con el tratamiento o si se presentan signos de deshidratación.
Prevención en recintos educacionales
Para la académica Mónica Guajardo la prevención es fundamental para evitar la propagación del virus en recintos como jardines infantiles. “Las recomendaciones son la higiene frecuente de juguetes y lápices, lavado de manos frecuente en niños y educadores, higiene en el cambio de pañales, incluyendo lavado de manos antes y después de mudar a cada niño y desinfección de mudadores y evitar tocarse el rostro tras mudar a un niño para reducir la exposición al virus en ojos, nariz y boca”, refuerza la docente.
¿Qué pasa con los padres y cuidadores?
En el caso de los padres o cuidadores de los menores, no a todos les brota el virus. “Los adultos pueden ser portadores asintomáticos y contagiar el virus y los niños que contraen la enfermedad generan inmunidad, lo que reduce las probabilidades de volver a enfermarse. Pero en el caso de reinfección, que es poco común, se debe generalmente a otra cepa del virus o a una baja en el sistema inmunológico”, explica Guajardo.