Un buen manejo de estos factores permite evitar daños crónicos e irreversibles en las vías respiratorias.
Cada primer martes de mayo se conmemora el Día Mundial del Asma, enfermedad crónica no transmisible que afecta a las vías respiratorias. Este año, el lema está enfocado en educar a quienes padecen esta patología, la cual afecta a más de 260 millones de personas a nivel mundial, de todas las edades, de acuerdo con cifras de la Iniciativa Global para el Asma (GINA), causando la muerte de más de 450.000 personas al año.
El asma es una enfermedad que provoca una inflamación crónica de las vías respiratorias, provocando que se obstruyan, secundario a la inflamación, bronconstricción de la musculatura lisa de los bronquios y exceso en la producción de mucus. Las vías respiratorias se tornan más sensibles a elementos del ambiente, principalmente alérgenos e infecciones, también llamados desencadenantes, los cuales pueden provocar una descompensación aguda o crisis de asma.
El Dr. Cristián Deza, médico broncopulmonar e integrante del Centro de Enfermedades Respiratorias y Alergias de Clínica Universidad de los Andes, comenta que “para algunas personas, el asma es una molestia menor, pero en otras, puede ser un problema que interfiere en las actividades cotidianas y, en algunos casos, se producen ataques que pueden poner en riesgo la vida”. El paciente que tiene un asma leve también está en riesgo de tener una crisis, por lo cual es fundamental consultar a un especialista y hacer estudios diagnósticos cuando corresponda.
Diagnosticar y tratar el asma de manera precoz puede prevenir daño en las vías aéreas a largo plazo y ayudar a evitar que la afección empeore con el paso del tiempo. Además, es importante mantener controles médicos de manera regular con varios objetivos: individualizar la terapia con el tipo de medicamento y dosis necesaria, evaluar el control sintomático de la enfermedad, conocer los posibles efectos adversos de la terapia y evitar riesgos futuros como crisis de asma e incluso hospitalizaciones o muerte.
El Dr. Deza advierte que “es una enfermedad muy heterogénea, que se puede presentar a cualquier edad, cada paciente puede tener desencadenantes distintos y la terapia debe ser individualizada para cada uno. El tratamiento correcto del asma permite controlar los síntomas, mejorar la calidad de vida, incluso la posibilidad hacer deporte, y evitar riesgos futuros”.
Una de las medidas es reconocer los desencadenantes:
– Infecciones virales y bacterianas
– Ejercicio: que empeora con el aire frío y seco
– Irritantes habituales: humo de tabaco y leña, vapores químicos, contaminantes ambientales e intradomiciliarios o gases en general
– Alérgenos: sustancias transportadas por el aire, como pólenes (de árboles, malezas y pastos), esporas de moho, residuos de cucarachas o partículas de piel y caspa de mascotas
Se recomienda utilizar medicamentos permanentes o controladores, los cuales son el pilar del tratamiento del asma, como los corticoides inhalados, que han demostrado disminuir mortalidad por asma y son fundamentales para controlar síntomas y evitar crisis. Por otro lado, los medicamentos aliviadores o de rescate son importantes cuando el paciente tiene síntomas agudos y son muy útiles en el manejo de las crisis. Al ser esta una enfermedad inflamatoria, ningún paciente debe manejar su asma solo con medicamentos de rescate.
“Si no se trata correctamente, puede causar trastornos del sueño, cansancio durante el día y problemas de concentración. En el caso de que los síntomas empeoren, se debe acudir a un especialista para analizar una nueva opción de tratamiento. Asimismo, hay que evitar la automedicación, que podría empeorar el asma o generar efectos secundarios”, concluye el broncopulmonar.