Parece una carrera o efectivamente lo es, la enseñanza de la lectoescritura en los primeros años del ciclo escolar es una cuestión imprescindible para el futuro académico, tanto así que es fundamental que los colegios y escuelas diseñen estrategias para hacerlo más amigable, pero primero, ¿por qué subirse a esta carrera?
Según las Bases Curriculares (BC) del Ministerio de Educación (MINEDUC) los estudiantes deben leer (decodificar) con todas las letras (grafemas) al finalizar el primero básico (6-7 años) y con cierto grado de fluidez e incluso algunas habilidades básicas de comprensión lectora. Podemos estar de acuerdo o no con estos parámetros, pero el sistema funciona en torno a estos y moviliza acciones para concretarlo.
¿Todos los estudiantes podrán lograrlo? No, no todos podrán, y algunos no lo lograrán porque efectivamente necesitan más tiempo, necesitan otras estrategias, también necesitan interés por hacerlo, motivación, e incluso entender el para qué.
Quiero hacer hincapié en las estrategias, en la motivación y el interés, y es en estos puntos, en donde transferimos la responsabilidad a los grandes, a los adultos, a los profesores y sus equipos de aula, es más, a las gestiones educativas de muchos centros educativos. Una de las principales causas del fracaso en el enseñar a leer en primero básico, es no gestionar y concretar buenas prácticas desde los niveles inferiores, en la prebásica (Pre-kínder y Kínder), y esto no se trata de aprender a leer en estos cursos (4-5 años) sino de armar la base o los requisitos para lo que viene después. Otra de las grandes causas es no cohesionar estos dos primeros años con los siguientes, o también llamadas estrategias de transición.
Volviendo al punto de lograrlo o no, de subirse a la carrera o no, lo relevante es ¿qué hacer con aquellos que no lo logran? ¿Los dejamos a la deriva y que aprendan solo con el hecho de crecer o pasar más horas en las aulas? Desde mi percepción una de las mejores estrategias inclusivas que se han impuesto en Chile y que son obligatorias para todos los sectores educativos, son las Adecuaciones Curriculares (AC). Y su primer gran paso, es que los colegios y profesionales de la educación entiendan su sentido y objetivo: dar cabida a la diversidad y apuntar a lo que cada estudiante necesita con un respaldo ministerial. ¿Qué es darle a cada estudiante lo que necesita? No es tener una meta en común (aprender a leer en Primero Básico), es que progrese según sus potencialidades y ritmos. ¿Puede pasar a segundo básico un estudiante que no lee? Sí puede, ¿Puede sacarse un 7 en segundo básico un estudiante que no lee? Sí puede.
Y la pregunta inicial: ¿Qué pasa en Chile si un/a estudiante no logra leer en Primero Básico? Muchas veces fracasa en lo que viene después, en incrementar esa brecha interminable que suma y suma nuevos aprendizajes y habilidades en los cursos posteriores, fracasa en querer leer, no va a querer leer, se reconocerá a sí mismo como el que no lee entre sus pares, o incluso estos lo reconocerán, y esto es terrible.
Pero no olvidar algo, ¿existen las dificultades de aprendizaje? ¿o son dificultades de enseñanza? O es más, ¿son dificultades de la gestión educativa? ¿Saben las escuelas gestionar para enseñar a leer? ¿Saben los profesores enseñar a leer o replican programas? ¿Qué pasa cuando estos programas no funcionan con todos?
Entonces: ¿quién fracasa?
Cristofer Arriagada Rojas
Académico postgrado Fonoaudiología
Universidad Andrés Bello